Once años compartiendo.
Durante más de una década apoyando y acompañado el liderazgo femenino, he aprendido que lo más valioso de este camino no se mide en cifras ni en reconocimientos.
Lo esencial, lo que realmente da sentido a todo, está en las historias que hemos construido juntas. En las conversaciones que no salen en actas. En las miradas cómplices. En los silencios respetuosos. En la fuerza serena de saberse acompañada.
11 años compartiendo y aprendiendo con mujeres de distintos países, culturas, industrias y momentos vitales. Mujeres que lideran desde realidades diversas, pero que encuentran en esta comunidad un lenguaje común: el del apoyo mutuo, la ambición con propósito, la confianza real.
Empresarias, ingenieras, juristas, científicas, creativas, economistas, tecnófilas… porque el liderazgo no tiene una sola forma, pero siempre deja huella. Cada encuentro ha sido un nuevo capítulo de un diario colectivo donde se entrelazan coraje, vulnerabilidad, visión y verdad.
A veces llega en forma de un reto inesperado; otras, de una celebración esperada. Enfrentado miedos, compartido dudas sin tener que disimular fuerza.
Hemos hecho del “no sé” un lugar tan valioso como el “yo puedo”. Lo que nunca falta es esa red invisible que se activa cuando una lo necesita.
El liderazgo femenino no es una meta, es un camino que se hace mejor en red.
Porque aquí no hay jerarquías, hay presencia.
No hay competencia, hay generosidad.
No hay miedo a mostrarse, hay espacio para ser.
El privilegio es el mío, por haber caminado junto a mujeres que me han enseñado que crecer no es escalar sola, sino avanzar con la certeza de que otras te acompañan, te sostienen y celebran contigo cada paso.
Este texto es una gratitud convertida en palabras.
Y también una invitación abierta: si alguna vez sentiste que liderar era sinónimo de soledad, quizás aún no has vivido lo que es liderar en red.
Women on Board es eso. Y mucho más.